Es la parte de la odontología que se encarga de detectar y tratar las patologías que afectan a las encías.
Una buena limpieza bucal o limpieza dental es fundamental para proteger la encías. Las principales patologías que les afectan son, en su mayoría, infecciosas causadas por bacterias que aparece cuando hay un exceso de placa bacteriana acumulada en la superficie de los dientes. La placa bacteriana es un depósito de restos de alimentos, diferentes partículas y bacterias, que se adhiere a la superficie dental. Cuando la placa bacteriana se mineraliza y endurece se le llama sarro, tártaro o cálculo.
Cuando la patología afecta únicamente a la encía, causando un proceso inflamatorio reversible con posible sangrado, se denomina gingivitis. Si se mantiene mucho tiempo y además se dan otros factores (genéticos, ambientales…), evoluciona a periodontitis (comúnmente llamada “piorrea”), en la que, además de la inflamación de la encía, se produce una destrucción más profunda que afecta a otros tejidos: el hueso, el cemento del diente y el ligamento periodontal. Esta destrucción es, además, irreversible, y favorece la progresión adicional de la enfermedad, al crear un espacio debajo de la encía que denominamos bolsa periodontal, en el que cada vez se acumulan mayor cantidad de bacterias que pueden poner en peligro la supervivencia de los dientes.
El tratamiento básico consiste en la limpieza exhaustiva de las encías y dientes por medio de un aparato de ultrasonidos, curetas y pulidores. Se realiza bajo anestesia local. A partir de este momento el paciente debe mantener la salud de sus encías con una buena higiene bucal y acudir a revisiones cada 4 o 6 meses. En casos graves se realiza un tratamiento regenerativo, reponiendo en la medida de lo posible las estructuras perdidas utilizando diversos biomateriales.